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Sujet du devoir :

Sandra Saranero, Boda mexicana, Un energúmeno - Voir le devoir corrigé

La escena transcurre en el campo, en México, a los pocos días de casarse María Dolores con Francisco, el herrero.

A pesar de su susceptibilidad, hizo caso omiso de la grosería con que la había recibido la familia política en cuyo seno la había arrojado el destino. Se dispuso a ordenar la casa lo mejor que pudo, cocinó algo para la cena y al final se esmeró en su arreglo personal para recibir a Francisco.

Sin embargo, las horas transcurrieron sin que él apareciera. Angustiada, temiendo que le hubiese ocurrido algún accidente, paseo nerviosa por la cocina, estuprándose las manos, invocando con sus rezos a toda la corte celestial para que se lo trajera de regreso, sano y salvo. Pese a su tribulación, no se atrevió a preguntar a sus suegros si por casualidad tenían noticias de él […].

En la madrugada, cuando en la cantina fueron apagándose los gritos y las canciones de los borrachos, Francisco, ebrio de licor y placer, emprendió el regreso a casa dando rumbos y caminando por el medio de la calle. Los golpes sobre la puerta de la entrada despertaron a María Dolores, que le había esperado sentada en la cocina. Al escuchar el ruido, se levantó precipitadamente y abrió la puerta. Frente a ella, se encontraba otro Francisco, que hasta ese día desconocía, un hombre que se tambaleaba notoriamente, con la camisa desabotonada, la mirada vidriosa, el aliento pesado y una botella de aguardiente en la mano. Al darse cuenta de su estado, la preocupación de María Dolores se torno ira y con voz timbrada de cólera inquirió:

-Qué hora es esa de regresar?

Sin contestar, él se dejo caer pesadamente en una silla de la cocina.

-¿Eres un desconsiderado, como no pensaste en la angustia que me hiciste pasar? Yo aquí rezando, asomándome a cada rato a la puerta, imaginando que en cualquier momento vendría alguien a decirme que se había pasado algo grave, mientras no estabas gastándote el poco dinero que ganas en una borrachera.

Los ojos de Francisco se contrajeron, se llenaron de furia. Sus labios se convirtieron en un solo trazo y se levanto de la silla para lanzar la botella contra el cristal de la ventana. Luego se precipito hacia ella, la zarandeo con violencia y levantando la mano su rostro le dio une bofetada. Un vértigo momentáneo cegó a María Dolores, haciéndola caer al piso, y en ese momento el sabor dulzón de la sangre le lleno la boca […].

La voz de Francisco estallo como el trueno de una tormenta:

-Yo no doy explicaciones a ninguna vieja sobre adónde voy y cuando debo volver. Si gasto dinero, gasto lo mío y hago lo que me da la gana. ¡Sírveme de tragar!

A María Dolores el resto de su persona se le quedo entre los dientes. Se incorporo aturdida y temblorosa pero dirigirse al fogón. Calentó la comida y la puso en la mesa […]. Francisco había sido el único hombre en su vida. Cinco años de romance no fueron suficientes para conocer su verdadero carácter, escondido detrás de una cautivadora sonrisa, dulces palabras y ramos de gardenia […]. No conocía el alcohol y sus efectos, ni comprendía aquel cambio tan repentino en la conducta de Francisco. El caballeresco y romántico novio se había esfumado para convertirse en un energúmeno. De golpe se diluyeron sus sueños color de rosa y a partir de entonces debió enfrentarse a la dura realidad.