Las multinacionales no pierden el norte
Romain Lacroix, al frente de una potente multinacional, piensa que alguien quiere matarlo. Contrata entonces a un detective cuya primera misión es estudiar sus negocios y descubrir quién quiere eliminarlo.
-¿Algún progreso?
-La desaparición de su colaborador, y lo que casi es aún peor, el colapso de su sistema informático, nos ha frenado mucho.
-¿Cree que la razón principal de tal «colapso» está relacionada con sus investigaciones?
-Entra dentro de lo posible. Pero también entra dentro de lo posible, y le ruego que no se moleste por lo que voy a decirle, que el imperio que ha conseguido crear, tenga los pies de barro.
-Explíquese -suplicó su interlocutor.
-No me resulta sencillo, pero lo intentaré advirtiéndole de antemano que se trata de mi opinión personal, aunque a mi modo de ver resulta aplicable a la mayor parte de las grandes empresas multinacionales que han emergido en estos últimos años y que han dado pie a esos curiosos y confusos fenómenos que se han dado en llamar «globalización”.
-¿No me irá a decir ahora que es usted enemigo de la «globalización»? El mundo tiende hacia...
-No nos enredemos en una discusión que no viene al caso, por favor. En lo que respecta a la globalización, lo que pretendo decirle es que yo no opino si está bien o está mal.
-¿Entonces? ¿De qué demonios estamos hablando?
-Estamos hablando de que usted y otros muchos grandes financieros como usted han decidido que les conviene diversificar sus actividades construyendo imperios que abarcan muchos países y muchas actividades.
-De ese modo se compensan los riesgos.
-¿Cuánto ha perdido estos dos últimos años con las tan traídas y llevadas «nuevas tecnologías»?
-Mucho.
-Mucho, no. ¡Muchísimo, y lo sé porque estamos estudiando a fondo su empresa. El poder se les sube a la cabeza y acaban por convencerse de que lo mismo pueden dirigir una constructora, una editorial o una compañía aérea porque en el fondo no les importa que una de ellas quiebre.
-Eso no es del todo cierto -protestó el dueño de la casa.
-Sí que lo es -insistió . Se limitan a cargarlo al capítulo de pérdidas. Pero no tienen en cuenta que cuando se da ese caso cientos de personas suelen perder sus trabajos y quizá sus ahorros de toda la vida porque ellos no tienen la posibilidad de «diversificarse».